12.02.2009

Melanie.

He tardado cuarenta años en reencontrar a Melanie Safka.

La cantante Melanie –más tarde conocí su apellido presumiblemente judío- me fascinó cuando yo iba por los veinte años y escuchaba las emisoras de radio francesas debido a mi formación francófona.

“Europe 1”, “France Inter”, “Radio Montecarlo” y “Radio Luxembourg” competían entre sí con programas musicales dedicados a la juventud, liderados por el emblemático “Salut les copains” creado por Daniel Filipacchi, un tipo listo que a lo largo de la vida ha tenido el olfato necesario para sintonizar con las tendencias al uso, convirtiéndose en uno de los principales editores de revistas de Francia.

Era también la época de las llamadas emisoras pirata, instaladas a bordo de cargueros que permanecían en el límite de las aguas jurisdiccionales, que en aquel tiempo estaba situado a tres millas marinas de las costas. La connotación de clandestinidad y de actuar al margen de las leyes les otorgaba un aire aventurero que subyugaba a los adolescentes de la época, entre los cuales me contaba. La más conocida de esas emisoras fue “Caroline”, pronunciado en inglés. “Caroline” y el resto de emisoras pirata, todas ellas surcando el Atlántico norte, difundían la música más rompedora, lo último de lo último, todo ello con un estilo absolutamente alejado de la corrección de las emisoras continentales. Distintas leyes y sobre todo la ampliación a doscientas millas de la soberanía de los estados sobre la franja marítima acabó con aquellos estimulantes atisbos de libertad radiofónica y nos situó de nuevo ante una realidad no siempre comprensible y desde luego menos divertida.

Uno de los locutores estrella de “Caroline” se hacía llamar “Le président Rosko, le plus grand, le plus beau.” Se trataba de Michael Pasternak, hijo del productor de cine americano de origen húngaro Joe Pasternak y cuyo alias anglosajón era “Emperor Rosko”.

A todo esto “Bobo’s party”, el primer éxito de la señora Safka empezó a sonar y a gustarme mucho. La voz de Melanie, la sugerente melodía y el refrán me llevaban a imaginar mundos oníricos entre el movimiento hippie y la sicodelia, entre California y la “beat generation” y el “Living Theater” y otras imágenes de libertad que llegaban a Europa proponiendo mundos mejores aunque a menudo la sombra alargada de las drogas distorsionaba el mensaje.

Mi actividad profesional me ha permitido posteriormente conocer músicos, cantantes, agentes, productores musicales, promotores y managers de todo pelaje. Siempre les he hablado de Melanie Safka y siempre he recibido respuestas negativas, de absoluto desconocimiento del personaje. Llegué a pensar que había imaginado lo oído, el obsesivo refrán de “Bobo’s party” e incluso el nombre de Melanie Safka. Que todo había sido una ensoñación.

Hasta hoy.

Hasta este viernes seis de noviembre de dos mil nueve en el que un comentarista musical de Radio Nacional de España la ha mencionado y ha mencionado el título de mi canción preferida y he tecleado una vez más “Melanie Safka” en la página del señor Google –el tipo más sabio del universo- y esta vez ha funcionado. Entradas, página oficial, fotos, giras –la cantante sigue vigente- y comentarios acerca de “Bobo’s party” “canción que la hizo popular en Francia” según afirma el redactor de la Wikipedia.

Me acuesto feliz, tarareando “Bobo’s Party” y habiendo cerrado un capítulo que llevaba abierto demasiados años. Sólo me falta ahora hacerme con la canción.

Buenas noches señora Safka.

Pierre Roca