12.21.2011

Adaptarnos.

Los humanos tendemos a adaptarnos a las circunstancias. Cuando no lo hacemos perdemos pie y acabamos pereciendo profesional y socialmente, económicamente y cómo colectivo.

Cené hace unos días en casa de una joven pareja. Los dos sobre los treinta y cinco años, clase media alta, cultura media, casados, un hijo pequeño e instalados en el “eixample” barcelonés.

Sus expectativas vitales se tejían a partir del pequeño negocio inmobiliario familiar. El padre o el abuelo se hacían con un solar urbano, se construía un edificio, se vendía generando plusvalías y se empezaba otra obra. O dos si los vientos eran propicios.

Con la entrada en escena de la crisis el esquema se vino abajo. Se quedó algún edificio sin vender y los ingresos de la pareja sufrieron una merma considerable que se sumó a la desorientación. ¿Y ahora qué?

Partiendo de la realidad tangible de lo que no se había vendido se dotaron de una mínima –muy mínima- estructura comercial integrada por ellos mismos y un despacho en la misma obra terminada pero aún vacía. Estudiaron de cerca los tics, los vicios y las carencias recurrentes de los vendedores de inmuebles, él se despojó de la corbata y ella se presentó cómo una chica joven con ganas de trabajar y así, con lo que a primera vista parece un bagaje tirando a escaso, pusieron manos a la obra.

El primer edificio se vendió a buen ritmo. Ahora van por el segundo y están en tratos con una de las entidades financieras con mayor patrimonio inmobiliario que vender - fruto de desahucios, adhesiones y ejecuciones- que les ha encargado la ágil realización de tanta obra con criterios realistas y de efectividad.

Durante los casi dos años de labor se han interesado por las técnicas de venta del sector, se han movido e investigado y siguen atentos a sistemas y procedimientos que agilizan el proceso comercial. Han pactado con la parte de su familia que ostenta la titularidad de la obra terminada para reducir los precios al mínimo sin por ello franquear el umbral de las pérdidas y han ido desarrollando un perfil de empresa atractivo y ganador, basado en la eficacia.

Diciéndolo como sugiere el título de este texto, se han adaptado a las circunstancias y han implementado formas, sistemas y argumentos adaptados a su vez a la realidad que nos rodea.

La respuesta es a todas luces positiva. Interesándose por los colectivos que tradicionalmente ahorran y que practican con naturalidad la ayuda mutua –a menudo ciudadanos de otros países y de culturas alejadas de la nuestra- han descubierto mercados menos maleados, más receptivos y con capacidad de respuesta –de decisión- prácticamente inmediata.

El país está lleno de estos mínimos ejemplos. Empresas que se organizan a partir de una idea clara, que empiezan sin más infraestructura que un despacho, a menudo un rincón de la sala de estar, un ordenador y un móvil. Y trabajo, claro. Trabajo, empeño, ahínco, esfuerzo, confianza, ilusión y libertad de acción, lo que supone a menudo una velocidad de crucero superior a la que el sistema –organismos de la Administración y otras hierbas de parecido jaez- puede digerir, entender y metabolizar.

La pequeña historia real que les he contado me pone de buen humor y debería estimularnos a todos. Demuestra que la vida sigue, que quedan cosas por hacer –muchas- y que a menudo basta con mirar alrededor nuestro, detectar carencias y ponerse a ello.

Y dejar de quejarse.

Les deseo el mejor 2012 posible. El que hagamos entre todos.


Pierre Roca

1 comentari:

Anònim ha dit...

Feliç 2012 espero que vagi tot molt bé.
PETONS
Marta.